Relato de un testigo privilegiado
A principios de la década de los 90,
comencé a interiorizarme sobre las tendencias del momento que se encaminaban
hacia los procesos de desconcentración, descentralización y al aumento de la
participación ciudadana. Para ese fin busqué la manera de ponerme a la altura
de las circunstancias, ya que la temática mostraba importantes aristas
políticas que captaban mi interés. Eso me llevó a observar que en otros
lugares del mundo este tipo de transformaciones daban buenos resultados, sobre
todo en Latinoamérica y Europa.
Por otra parte, mi participación en la
política todavía no era muy activa pero mi vocación se encaminaba hacia ese
lado. Para entonces participaba a través de organismos no gubernamentales, como
ser en la Juventud Latinoamericana por la Democracia (ámbito joven al amparo
del Parlamento Latinoamericano) o en Rotaract (ámbito joven del Rotary Club
Internacional), y que gracias a ello había podido viajar por varios países latinoamericanos y a Estados Unidos, habiendo observado de cerca algunos de
esos procesos.
En 1993 y con 23 años, ya había
profundizado conocimientos sobre temas que empezaban a marcar rumbos como ser:
la descentralización territorial y administrativa, la reforma del estado, y los
distintos mecanismos de participación comunitaria. Por eso es que las áreas
vinculadas a las relaciones con la comunidad y desde un ámbito de gestión, se
convirtieron en una temática en la que busqué capacitarme especialmente.
Entre tantas cosas, lo que más me quedó
claro fue el hecho de saber que todo cambio debería ser con marcadas
características transformadoras. Esa transformación debería forjar cambios
históricos, para permitir a las nuevas generaciones una dinámica diferente y
acorde a las proyecciones que ya se vislumbraban para el tercer milenio.
Así fue que en el mes de enero de 1993 mi
padre Jorge Ulises Piccoli, quien siempre es un gran ejemplo para mi, me
presentó al profesor Oscar Alvarez quien por entonces era Concejal en el
municipio de Morón. Para ese momento, tuve oportunidad de expresar en una serie
de reuniones realizadas en Ituzaingó, algunos aspectos relacionados con lo que
significaba la importancia de reformar el Estado en cuanto a sus dimensiones y
sobre la necesidad de una
descentralización con recurso, subrayando la importancia fundamental de
acercar el municipio a la gente.
El profesor Alvarez estuvo de acuerdo con
mi padre en que pudiera dar una ponencia en una reunión que puso fin al ciclo
de charlas. La misma se realizó el 6 de febrero de 1993 ante 300 personas en la
escuela N° 32 de la calle Patagonia
esquina Tel Aviv del barrio San Alberto
de Ituzaingó. En esa reunión estuvo presente el hermano del concejal, el Dr.
Carlos Raúl Alvarez, por entonces
precandidato a Diputado de la Nación. (ver anexo fotográfico – N 1).
Mi exposición fue muy bien aceptada por el
público, aún por comentarios posteriores, y eso mereció que me incorporaran a
su equipo permanente de trabajo en temas técnicos.
Ya para junio de ese mismo año, el Dr.
Carlos R. Alvarez, me convocó para una
de las tareas más importantes de mi vida: ser asesor de la provincia de Buenos
Aires para la coordinación y seguimiento de las tareas del Convenio Análisis
Integral del Conurbano Bonaerense y colaborar en el Proyecto “GENESIS 2000”.
(ver anexo documental – N 3).
A partir de ese momento comenzamos a
trabajar sin pausa en la estructuración del proyecto y la conformación del
grupo de trabajo, pues estaba la confianza en Alvarez por parte del entonces
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dr. Eduardo Duahlde. Alvarez sería
el coordinador general que llevaría adelante el tema y por eso había que
articular los recursos disponibles para ese fin y llevar a cabo el desafío.
El mismo día en que me convocó para
trabajar a su lado, me explicó el tema y me di cuenta que era el primero en
llegar a ese equipo.
Luego de contarme la trascendencia del
tema y de permitirme sugerirle profesionales para la consolidación del grupo de
trabajo, me encargó la primera misión: las relaciones con los grupos de vecinos
que impulsaran las autonomías de sus comunidades en todo el conurbano de la
provincia.
Me dijo que me pusiera en contacto con
ellos porque el proceso demandaría la opinión de los lugareños en cuestiones atinentes a la historia local,
a opiniones sobre los resultados de gestiones municipales en municipios
sobredimensionados y a la importancia de un trazado de límites para que fueran
lo más justo posible. Claro que esto último no dependería de nosotros sino de
la legislatura provincial bonaerense, a quienes el gobernador Duhalde le
elevaría el proyecto de ley con las sugerencias que los equipos técnicos
coordinados por el Dr. Alvarez le hicieran.
Aquella noche de abril de 1993 Alvarez me
dio la primer carta que le había llegado directamente a su casa de Ituzaingó,
el 19 de abril. Era de los miembros de A.P.A.I (Asociación Pro Autonomía de
Ituzaingó), cuyo texto se encuentra reproducido en el anexo documental. (ver
anexo documental – N 1).
Siguiendo las instrucciones que se me
habían dado, una tarde de fines de abril, me apersoné en la sede de A.P.A.I.,
sin aviso previo. Para sorpresa de sus socios y autoridades de comisión que
allí estaban, aparecí con la buena nueva de que comenzábamos el último tramo de
la añosa espera.
Allí estaban Don Eduardo Espíndola, Luis
Parola, Rosa Delissague, Don Antonio Alfonso, Oscar Di Nápoli y a mitad de mi
visita llegó Don Enrique Bataller. La felicidad con la que esta gente recibió
la noticia de este certero intento, quedará en mi memoria para siempre. Sentía
que estaba haciendo algo muy importante y que había sido elegido para estar ahí
para vivirlo.
Terminado aquel encuentro, Don Enrique y
Oscar nos repartieron en sus automóviles (un Falcon 1962 color té con leche y
un Fiat 125 de 1977 color celeste respectivamente), por nuestras respectivas
casas a los que estábamos de a pie, mientras que Luis Parola se fue en su
bicicleta. Estaban tan contentos que vaya uno a saber la cantidad de cosas que
pasaban por sus cabezas luego de enterarse que se iniciaba la recta final.
Poco después el boletín de publicación
mensual INFORMA que distribuía A.P.A.I., expresaba en su página 2 del Nº 87 del
mes de mayo de 1993, la siguiente información:
“Sin caer en un triunfalismo desmedido,
sin anticiparnos a los acontecimientos, estamos en condiciones de informar a
nuestros lectores, que las gestiones por la autonomía municipal de Ituzaingó
avanzan con paso firme hacia su anhelada concreción. A continuación detallamos
las últimas novedades producidas.
A raíz de una nota publicada por el matutino Página 12, algunas semanas atrás, en la que se anunciaba que el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Eduardo Duhalde, había designado al Dr. Carlos Raúl Alvarez, ex diputado nacional y ex ministro de gobierno bonaerense, al frente del proyecto de subdivisión de grandes municipios, nos dirigimos por escrito al citado funcionario, solicitando una entrevista a realizarse en nuestra sede social o en el lugar que considerase más adecuado.
En
respuesta a dicho pedido y en representación del Dr. Alvarez, recibimos la
visita del señor Jorge Piccoli (h), a quien hicimos entrega de una carpeta con
toda la documentación correspondiente a la gestión que nos ocupa, cuyo
contenido mereció la aprobación del Dr. Alvarez. Posteriormente, de acuerdo con
las sugerencias que nos hiciera llegar, esta comisión directiva decidió invitar
a las entidades representativas de nuestra comunidad a una reunión a celebrarse
en las instalaciones del Club Fragio, el día 14 de Junio en horas de la tarde,
en cuyo transcurso el citado señor Piccoli (h) informará a los presentes la
situación actual del trámite...”
La subdivisión de municipios grandes
volvió a estar en vigencia con la llegada del gobernador Duhalde quien parecía
decidido a llevar adelante el correspondiente proceso y con decisión política.
Lo había prometido en la campaña electoral que lo llevó a la gobernación de
1991 y luego en diversos anuncios hasta llegar a la nota del diario Página 12
(ver anexo periodístico – N 1), punto de partida de una nueva y final etapa de
las intensas gestiones.
Había llegado entonces, el momento en el
que los luchadores locales veían el brillo de aquella esperanza con más fuerza
que nunca.
![]() |
Carlos Raúl Alvarez y Jorge Piccoli (h) en la gobernación de la provincia (1993). |
Desde el comienzo de Génesis 2000
La organización territorial del Estado no
estaba ajena a la percepción de la necesidad de encarar su reestructuración. En
ese sentido, la reforma de éste comenzaba a tomar impulso en el sentido de ser
instalada en la agenda política, posibilitando la difusión de nuevas
orientaciones referidas a gestión pública
que hacían hincapié en las políticas locales y fundamentalmente en el
rol preponderante de los municipios.
La descentralización, que significaba la
transferencia de facultades decisorias, competencias y recursos, parecía ser la
solución a los problemas que acuciaban a las localidades más alejadas de la
cabecera municipal.
Esto implicaba de alguna manera, la
redistribución del “poder” decisorio de los recursos que hacían posible su
ejercicio, además de las facultades y competencias que se les debía asignar a
las instancias descentralizadas.
Es directa la relación entre poder y
conflicto social, ya que en relación directa con su distribución se encuentra
la forma de determinar las características que asumiría el proceso
descentralizador ante el denominado “Redimensionamiento del Conurbano
Bonaerense”.
Descentralizar tiene diversas implicancias: el hecho de motivar transformaciones democráticas como refuerzo de
mecanismos locales de gestión, incrementar la eficacia y una mayor
participación y representatividad en el sistema local de decisiones, como así
también una baja en el gasto de la administración central y la segmentación de
las demandas y conflictos sociales.
De esta manera, el proceso
descentralizador se ve en un escenario conflictivo en el que aparecen distintas
posiciones en torno a políticas de modernización del Estado y referidas al
sentido de la democratización del poder.
Siguiendo los lineamientos del principio
de subsidiariedad, aplicado con gran aceptación en Europa, se puede
descentralizar todo aquello que pueda gestionarse desde un nivel inferior sin
aumentar los costos con respecto a si se realizara desde un nivel superior.
También son descentralizables aquellas
competencias en las que se desea potenciar la participación e integración de la
comunidad en la cosa pública.
Puede suceder que a veces se transfieran
responsabilidades sin los recursos correspondientes, lo que no favorece a la
gestión local.
Para poder llegar a esta instancia
trascendental, se debió iniciar un proceso de estudios y análisis que iban
a llevar a determinar un diagnóstico
acabado sobre la realidad del conurbano bonaerense. No obstante ello, revisamos
algunos informes anteriores del CFI (Consejo Federal de Inversiones) que ya
adelantaban algunas conclusiones.
Ya
en la década del 90 la problemática de la provincia se reflejaba en los
siguientes parámetros:
1- Pérdida de peso propio en la Nación:
-
En el reparto de los recursos.
-
En la escala de inversión.
-
Con respecto a la significación
de su clase dirigente en las decisiones nacionales.
2- Pérdida en el rango de riqueza:
- De ser la provincia más rica por su renta/ cápita, paso a ocupar el
lugar Nº11.
- En el gran Buenos Aires $850 ingreso / cápita y en Capital Federal
$4.700 por habitante.
3- Contrastes más destacados:
- el eje circulatorio norte del Gran Buenos Aires, ingreso / cápita -
$8.000.- (aproximadamente).
- En sectores del oeste (ej. Municipio de La Matanza) y sur (ej.
Municipio de Berazategui), ingreso/cápita $500.-
- el contraste marcaba que en Buenos Aires convivían Canadá y Bolivia
al mismo tiempo.
4- El Conurbano Bonaerense:
- solo el Gran Buenos Aires tenía casi 8.000.000 de habitantes.
- 3.000.000 de habitantes de esos 8, eran pobres.
- 1/3 de la población carecía de agua potable y 2/3 no tenían cloacas.
5- Catástrofes naturales (inundaciones
y erosión eólica):
- Inundación: destrucción de campos, propiedades y vidas, tanto en la
zona del río Salado como en el área metropolitana.
- Erosión: de campos (en el oeste) que afecta a más de 1.000.000 de hectáreas y desertifica el suelo de la provincia.
6- Pérdida de la Coparticipación:
-
en 1970 recibía el 32% de la
coparticipación nacional.
-
en 1985 recibía el 17% de la
coparticipación nacional.
-
en 1990 llegó a coparticipar el
22%.
-
Tal desequilibrio afectaba a lo
social y político y hasta generaba resentimientos entre provincias.
7- No uso de la renta territorial:
- los gastos e ingresos de la administración provincial eran solo el
10% de su PBI.
- El grueso de producción estaba en la región pampeana y en el poder
de conectividad del Río de la Plata y rutas adyacentes; puertos ferrocarriles y
vías terrestres.
- En aquel momento el estado provincial no disponía de esa red de
comunicación que le había dado poder históricamente.
- El poder fue delegado como subsidio bonaerense al resto del país.
8- Pérdida de identidad:
- se confunde a bonaerenses con porteños.
- Se olvida el papel estratégico de la provincia entre el interior del
país y el resto del mundo a lo largo de su historia.
- había poco arraigo a su terruño de la clase dirigente a pesar de su
peso electoral.
9- Mal uso de su potencia:
-
Mal uso o no uso de su fuerza
política.
-
Poseía 1/3 de los legisladores
del país.
-
Tenía poder de decisión en
distintas instancias del gobierno nacional.
Esta realidad era la que asomaba, ni bien
comenzaba la década de 1990, incluso antes de que se comenzaran los estudios de
“GENESIS 2000”.
Es importante conocer algunos aspectos sobre el Consejo Federal de Inversiones (C.F.I.). Según su acta constitutiva, el Consejo Federal de Inversiones nace “...como organismo permanente de investigación, coordinación y asesoramiento, encargado de recomendar las medidas necesarias para una adecuada política de inversiones y una mejor utilización de los distintos medios económicos conducentes al logro de un desarrollo basado en la descentralización...” . Surge como consecuencia de un Pacto Federal suscripto el 29 de agosto de 1959 entre las Provincias Argentinas, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y el entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
El CFI es un organismo que impulsa el
desarrollo a través de la asistencia técnica y financiera. Está compuesto por
la Asamblea de los gobernadores provinciales y la autoridad máxima de gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires, la Junta Permanente y la Secretaría General que
por entonces la ejercía el Ing. Juan José Ciácera.
La descentralización pasó a ser uno de los
objetivos centrales en la reforma del Estado provincial, razón por la cual, los
municipios pasarían a tener un rol importante en la reforma institucional que
se pensaba, más allá de la gradualidad de las medidas. En este sentido
descentralización y participación fueron dos ejes claves para fortalecer a los
gobiernos locales, profundizando aspectos democráticos, tanto en lo social como
en lo político.
Sin duda que una transformación de esa
naturaleza tendía a formular desde la política, una
respuesta eficaz a las nuevas
problemáticas sociales surgidas de la cotidianeidad y producto de un desmedido
crecimiento poblacional sin planificación ni control de las grandes
concentraciones urbanas.
Algunos estudiosos como el español Jordi
Borja valoran y promueven este tipo de apreciaciones que buscan abrir los ojos
de los políticos frente a esta necesidad que cada día se hace más inminente. Es
así como el aumento de la burocracia en todos sus niveles hace que se pierda
coherencia, lo que distancia más al gobierno de sus gobernados, brecha que
siempre hay que tratar de achicar.
Otro aspecto pasa por la falta de la
infraestructura necesaria que en los grandes conglomerados urbanos genera
desigualdades y hasta exclusiones sociales. En este caso, si el gobierno
estuviera más próximo al ciudadano, el grado de respuesta sería mayor y por
ende se tendería a revertir la situación.
A mayor cantidad de necesidades y reclamos
por parte de la sociedad, y frente a la dificultad de contar con magros
recursos para enfrentar la situación desde una gestión de gobierno, motiva la
idea de priorizar el consenso social para afrontar la situación,
descentralizando recursos para una mejor administración y potenciación de los
mismos. Para esto es menester estar informado en forma constante, recepcionar
los reclamos comunitarios prácticamente in situ, fiscalizar los servicios
públicos que se brindan y la participación comunitaria en el control de los
mismos. Es vital dejar abierto un canal de diálogo entre el municipio y sus
vecinos, como así también articular con sus organizaciones comunitarias, lo que
solo se puede dar en una administración descentralizada. (bibliografía – N 2).
Borja sostiene, que la descentralización
municipal posibilita la reestructuración del territorio tanto desde lo
funcional, creando ámbitos adecuados para la prestación de los servicios
públicos locales, como político – cultural, reconociendo a las estructuras
comunitarias y barriales y a las organizaciones de base existentes.
Esta reestructuración se verifica en las
megaciudades o zonas conurbanas; a título de ejemplo podríamos decir que por
debajo de los municipios se podría citar la articulación con los barrios y si
fuera supramunicipal hablaríamos, por ejemplo, de coordinar acciones a través
de consorcios municipales o entidades metropolitanas.
Volviendo a nuestro territorio nuevamente,
a principios de la década del 40 el conurbano bonaerense creció en base a un
esquema tentacular con núcleo en la Capital Federal, el puerto y tentáculos
a lo largo de los ejes de transporte.
Además se detectó que en 1947 existían en el conurbano 16 municipios y
2.200.000 habitantes. Posteriormente y como consecuencia de la oferta de
empleo, generada por el proceso de industrialización sustitutivo de
importaciones, derivado de la crisis mundial de 1929, entre 1930 y 1960 se
produce el mayor aumento de población en los municipios del conurbano, teniendo
al momento de iniciarse “GENESIS 2000” 19 municipios para unos 8.500.000
habitantes, de acuerdo al censo poblacional de 1991 llevado a cabo por el
INDEC. Tan solo tres municipios más que 46 años antes del proceso de
descentralización territorial pretendido y con 6.300.000 habitantes más que en
aquel entonces.
A
partir del derrocamiento del gobierno del presidente Juan Domingo Perón, con la
caída de la capacidad de inversión y la eliminación de los créditos para la
vivienda, los trabajadores y compradores de menores recursos, debieron ubicarse
en zonas con riesgo de inundaciones y carentes de todo tipo de infraestructura.
Esta población formada por inmigrantes del
interior y del exterior del país, se fue estableciendo sin ningún tipo de
control ni planificación y con una infraestructura escasa para sostener y
acompañar un crecimiento poblacional desmedido.
Ese
permanente crecimiento y la continua extensión de la mancha urbana fue
dificultando la administración de los gobiernos locales, que ante esas
magnitudes habían perdido una de sus más importantes virtudes: estar próximos a
la gente.
Por todo este cuadro de situación, el
redimensionamiento del conurbano bonaerense comenzó a materializarse en el mes
de junio de 1993. La visión que se tuvo frente a los problemas generales del
área en estudio, llevó a emprender un cambio verdaderamente histórico en la
provincia de Buenos Aires. Puntualmente se tomó la decisión de transformar
el Gran Buenos Aires, razón por la cual
y por Decreto 1690/93 del Poder Ejecutivo provincial (ver anexo documental – N
2), se ordena la realización del Análisis Integral del Conurbano Bonaerense,
encargándole su coordinación general al entonces diputado de la nación Dr. Carlos Raúl Alvarez. Para ello la provincia
firmó un convenio con el Consejo Federal de Inversiones (C.F.I.), organismo que
financió el Proyecto denominado “GENESIS 2000”. Se lo llamó así porque marcaba
el nacimiento de una nueva etapa en la planificación urbanística y poblacional
y sobre todo en los umbrales del comienzo de un nuevo siglo.
Está claro que el éxito de las políticas
de descentralización y participación no podían verse con la sola sanción de las
normas que transfieran facultades y recursos. También dependería de la forma en
que tales políticas fueran gestionadas por los gobiernos municipales.
Razones para la transformación
La evaluación histórica de la institución
municipal, demostró que el incremento de la densidad y del nivel de
consolidación, había llevado en otros tiempos a la subdivisión de algunos
municipios, como lo demuestran los casos de Lanús, Berazategui y Tres de Febrero, resultantes de la subdivisión de Avellaneda, Quilmes y San Martin
respectivamente.
El proyecto “Genesis 2000” valoró las
tendencias del desarrollo que surgen de parámetros urbanísticos y de la
existencia de movimientos vecinales que manifestaban su descontento por sufrir
los efectos de la crisis urbana, que dificultaba sus condiciones de vida e
impedían un desarrollo óptimo de sus comunidades.
Fue así que comenzaron a movilizarse en
grupos de vecinos preocupados por lograr lo que la tendencia ya marcaba, en
cuanto a la falta de proximidad de las autoridades con la realidad, y
buscando soluciones de fondo a un problema que se había escapado de todo
esquema de contención.
Las frases más simbólicas daban las bases
para un diagnóstico que no estaba tan oculto y que explotaba ante nuestros
ojos. “No queremos seguir siendo el patio trasero de...” Morón, General Sarmiento, Esteban Echeverría,
o el megamunicipio que fuera. “Queremos que los dirigentes estén más cerca
nuestro”, “nosotros pagamos nuestros impuestos y queremos las obras”, “estamos hartos
de la burocracia del Estado”, “no queremos ser los que más aportan al erario
municipal y que las mejoras vayan solo a las áreas céntricas”, etc.
Todos los reclamos aportados por más de
once comisiones pro autonomía de la provincia de Buenos Aires, fueron elevados
a los equipos del C.F.I. para su tratamiento y estudio.
Los vecinos organizados de esta manera,
eran nuestro cable a tierra que nos permitía chequear la veracidad de la
información relevada desde los equipos técnicos, a través de las distintas
reparticiones del Estado nacional y provincial.
Muchas veces sucedía que parte de los
datos oficiales, debían ser rechequeados con recorridas territoriales,
sobrevuelos de las zonas en helicóptero
o mediante el uso de fotogramas aéreos facilitados por Geodesia (organismo de
la provincia de Buenos Aires). Esto también lo podíamos hacer mediante el
chequeo personal del comité de seguimiento o conjuntamente con los grupos pro
autonomía, ya que nos ayudaban a
confirmar con certeza el dato relevado. O sea que se podía ver desde el
aire la existencia de un galpón que parecería ser una industria y que coincidía
con el censo económico de 1985, pero probablemente, para entonces era un galpón
vacío y en venta.
La participación de estos grupos fue muy
activa y acercaron un valioso material de estudio sobre sus respectivas
propuestas de creación de municipios. La lucha inicial de varios de estos
proyectos, databa de muchos años y otros no tanto.
La consigna inicial fue clara. La
comunicación iba a ser fluida y la participación muy activa. Yo estuve a
disposición en todo momento y pasé todas las sugerencias a la coordinación
general para que se analizaran en las reuniones de gabinete.
Ellos sabían que los límites trazados iban
a ser responsabilidad final de la legislatura bonaerense y que las sugerencias
técnicas de división iban a ser elevadas al gobernador para que las enviara al
congreso provincial desde el Ejecutivo. Esos límites podrían llegar a pasar por
el trazado pedido por los grupos vecinales organizados para esas instancias,
ser modificados o directamente no ser posible su creación.
Todo obedecía a diversos factores, en
primer orden técnicos. Esto significaba que si el entrecruzamiento de
información no habilitaba una factibilidad económica de autosuficiencia de la
proyectada nueva comuna, no sería posible su concreción. Pero en el caso que sí
lo fuera, no necesariamente tendría que tener la delimitación propuesta por los
vecinos, toda vez que ello condicionara la factibilidad, aunque tomándose como
importante la información que hubiesen brindado para el análisis.
También es cierto que desde el primer
momento se evaluó con muy buen criterio cada propuesta autonomista y que varias
de ellas fueron descartadas por su falta de sustento.
Otro orden para tener en cuenta era el
político. Ello significaba la voluntad y los consensos para hacer comprender
las razones técnicas que se promovían como fundamento a una propuesta que se
venía estudiando desde hacía casi dos años y con una gran cantidad de
antecedentes.
Sin duda que los criterios pudieron gustar
a unos y enojar a otros pero este tipo de transformaciones, tienen implicancias
políticas que son muy concretas y que marcan una necesidad y por ende una
fuerte decisión.
Frases como “quieren dividir para aumentar
la cantidad de burocracia”, “quieren quitar poder político a intendentes de la
oposición”, “quieren acabar con los caudillos territoriales”, “buscan aumentar
la cantidad de intendentes de un mismo color político”, y tantas otras que se
ligaban a cuestiones netamente políticas.
A esa altura del proceso había ya una
decisión del gobernador de dividir los grandes municipios. Sobre todo aquellos
que superaban los 500.000 bonaerenses, queriéndolos bajar a un techo de 300.000
en una primera etapa.
Habían claras razones técnicas como se
detallan en el capítulo III de este libro y se logró un consenso para el
nacimiento de nuevos municipios que permitieron dar principio de ejecución al
proyecto “GENESIS 2000”.
En este sentido, A.P.A.I. lideró el
trabajo con los grupos pro autonomía, contando con la unanimidad de dichas
instituciones en la decisión de ponerlos al frente de todos los grupos. Para mi fue de gran ayuda, más allá de que mi relación con todos los grupos fue amena y
constante y sobre todo con un sinceramiento profundo desde el inicio.
La principal idea estaba ligada al rechequeo
de información, a la recopilación de datos históricos que evitarían dividir la idiosincrasia
de un barrio por la mitad y la confirmación de ese deseo de independencia con
un marcado sesgo local.
La articulación con estos sectores de la
comunidad me permitió ver el problema de cerca y conocer la realidad de toda la
región estudiada, de manera que no fue un trabajo de escritorio sino de
contacto directo, confianza y concreción.
Tal vez, aquellos que no vieron su sueño
hecho realidad, obviamente no puedan sentirse satisfechos, pero me animaría a
decir que no está dicha la última palabra, sobre todo cuando la política sigue
siendo “el arte de lo posible”.